Considerada por muchos una de las mejores combinaciones culinarias, el maridaje de queso y vinos tiene un gran número de adeptos. El queso es un ideal aliado siempre que queramos picar algo, como aperitivo o vermut, de acompañamiento o incluso de plato principal. No importa en qué comida del día, en la gran mayoría de los casos suele parecer la mejor opción. Y cuando acompañamos este alimento con vino, es un éxito asegurado.

Pero debido a la gran variedad de quesos y vinos, debemos tener cuidado a la hora de combinarlos. ¿Cuál es la mejor opción vino blanco o tinto? ¿Un tinto joven, un crianza o un reserva? ¿Un queso curado con qué vino?

¿Eres de los que se hacen estas preguntas? En Ferros Café te traemos algunos consejos para el maridaje de queso y vino.

La relación del queso y vinos

¿Has oído eso de “que no te la den con queso”? Históricamente, cuando un tabernero ofrecía un vino de baja calidad lo acompañaba con queso, en un intento de disimular los defectos del caldo; debido a la afinidad entre estos dos manjares. Quizás este fue el origen del tan extendido, y popular hoy día, maridaje de queso y vino.

El vino y el queso han estados relacionados a lo largo de la historia, fundamentalmente por la larga vida de ambos. El proceso de elaboración de los dos productos guarda muchas similitudes, quizás por eso maridan tan bien; comenzando por que ambos sufren un proceso de fermentación y terminando en el detalle de que muchos quesos, como el vino, se curan para mejorar su personalidad.

En el equilibrio está la clave

Sabemos que el maridaje por lo general es cuestión de gustos. Algunos buscan el equilibrio o complementación entre los productos, mientras que otros prefieren la combinación de contractes. En el caso de queso y vino, buscar el equilibrio es la clave del éxito.

Uno de los aspectos que se deben tener en cuenta al pensar en el maridaje es la intensidad. Si elegimos un queso de aroma y sabor suave, deberá ser acompañado por un vino de características similares. Mientras que un queso de sabor intenso podrá ser combinado con un vino más estructurado; aunque en ocasiones, hay quienes se decanten por una buena acidez. Generalmente, los quesos fuertes pueden ser bien acompañados por tintos potentes o vinos de poste; y los quesos suaves por vinos tintos jóvenes y blancos secos.

¿Qué tener en cuenta con el queso?

Para disfrutar con plenitud de la combinación entre vinos y queso, hay algunos aspectos que debemos tener en cuenta.

  1. El sabor del queso debe ser menor o igualar al vino. Es decir, un queso suave lo podríamos acompañar de un vino de sabor suave y sin mucho cuerpo; mientras que si nos decantamos por un queso fuerte el vino que lo acompañe es preferible que sea con mucho cuerpo y sabor.
  2. Se debe observar el tipo de leche con el que se ha elaborado el queso (vaca, oveja, cabra, mezcla…). Debido a que este factor está muy relacionado con el sabor del producto. Un queso con leche de cabra siempre será más potente que uno con leche de vaca.
  3. Tipo de elaboración y si ha tenido maduración (fresco, semicurado, curado, viejo…). Señalar que a mayor curación del queso, mayor crianza del vino, y por tanto se deberá elegir uno con mayor cuerpo.

    Maridaje de vinos con queso

    El objetivo de todo maridaje es que los alimentos y bebidas combinen bien, que se logre un equilibrio de sabores y armonía entre ambos. Pero esta combinación no es fácil de lograr debido a la gran variedad de quesos y vinos que podemos encontrar. Aunque es cierto eso de que “para gustos, colores”, te ofrecemos algunas sugerencias:

    • Quesos frescos. Para los quesos frescos el mejor maridaje viene de la mano de los vinos blancos, jóvenes y aromáticos como es el caso de los verdejos.
    • Queso de cabra. Un vino blanco seco y afrutado será el maridaje perfecto para estos quesos elaborados con leche de cabra.
    • Queso semicurado. Como son el manchego o el idiazábal debemos elegir un vino blanco seco con cierta crianza.
    • Curados o muy curados. Como es el caso de los quesos manchego o castellano, la mejor opción es optar por vinos de crianza con cuerpo o blancos fermentados en barrica.
    • Brie y camembert. La mejor elección es un vino blanco con un ligero paso por barrica, aunque los espumosos como el cava o algún tinto joven también pueden funcionar bien.
    • Gongozola, cabrales, roquefort y otros quesos azules. En este caso optamos por el maridaje por contraste, eligiendo un vino dulce. También es otra opción un tinto reserva o vinos olorosos y amontillados.
    • Cheddar, gruyere, appenzeller. Sin duda, tintos contundentes e intensos son los que mejor funcionan con estos quesos, independientemente de si su versión es más o menos intensa.
    • Mozarella. Los quesos frescos y cremosos maridan de maravilla con los espumosos como el cava o el champagne.
    • Parmesano. La intensidad de los vinos elaborados con la variedad nebbiolo compensa la intensidad aromática del queso parmesano.
    • Gouda y Edam. Es una de las combinaciones menos obvias, pero estos quesos funcionan muy bien con los vinos semidulces.
    • Feta. La intensa cremosidad y salinidad del queso Feta combina perfectamente con el sabor frutal del moscatel seco.
    • Münster. Sin duda un vino blanco, joven y afrutado harán de esta una combinación perfecta.